El gran cambio en las becas mec anunciado hace ya tres cursos, contando el actual, supone un enorme paso atrás pues la beca ya no depende solo de la situación personal de cada alumno sino también de la del resto. Cuanto más dinero reciben los demás, menos recibe el alumno, algo que choca frontalmente con el derecho a la educación y que incentiva aquello por lo que se ha cambiado el sistema de becas:la competición entre alumnos.
El sistema anterior (ver BOE 2012/2013) se sustentaba sobre la base de que a cada alumno se le daba una cantidad concreta de beca, que podía saber de ante mano, en función de su situación personal de renta y rendimiento académico sin que influyera ninguna otra variable. Esto daba un sistema de becas en el que el presupuesto final dependía de cuántos alumnos eran finalmente becarios.
El problema estaba en que el Mecd siempre promediaba a la baja el presupuesto creyendo una y otra vez que habría muchos menos alumnos de los que finalmente resultaban, con lo que si presupuestaban 1200 millones de €, estos se quedaban cortos y al final de curso se invertían 1400€ a 1600€ (durante los años 2010 a 2012).
Para evitar esto había dos opciones: o bien presupuestar más a principio de curso, o bien limitar el presupuesto. Se optó por la segunda opción y para que todo el dinero se repartiera entre los alumnos se inventó un sistema para que "compitieran" por él. Es la llamada cuantía variable que es la que se reparte después de repartir todas las partes fijas a todos los alumnos. Hablamos de ello justo cuando se anunció en agosto de 2013 aludiendo al motivo de fondo del cambio.
Según el dinero sobrante después de repartir las fijas, este se otorga entre los alumnos en función de renta y nota. Si por algún casual, aumentará demasiado el número de alumnos con derecho a variable, las becas quedarían muy reducidas sin poder hacer nada desde el Mecd.
Lo que no tiene sentido es que, sabiendo la necesidad de los alumnos en función de su situación y renta, se posponga el derecho a recibir esta subvención para estudiar al número final de alumnos becados, algo en lo que el alumno no puede participar, sino que es mero receptor de estas situaciones.
Por ello, este año ha bajado la beca variable nada menos que un 5% con respecto al año anterior, lo que puede suponer hasta 150€ para los alumnos con mayor nota y menor renta.
Ahora, una vez sufrimos estas consecuencias, es cuando nos damos cuenta de la ineficiencia de este sistema pues no cubre las necesidades reales de los alumnos (sin tener en cuenta que las becas máximas también han bajado). Además, el Mecd se jacta de decir en notas de prensa que son los presupuestos más grandes de siempre, algo que no debería decir pues lo que realmente importa es cuánto dinero se invierte finalmente cada año en las becas. Sin embargo al ser un presupuesto cerrado el que se reparte ahora, frente al ilimitado del sistema anterior, los presupuesto finales actuales son los más bajos de los últimos 6 años.
Por ello, es de esperar que en el futuro todos los partidos distintos al actual ya hayan anunciado la vuelta al sistema antiguo, donde solo se otorgaban cuantías fijas, puesto que este sí tiene en cuenta desde el principio qué necesita cada alumno para costearse debidamente el curso académico, y que esto no dependa de cuánto dinero reciben el resto de alumnos y, sobre todo, cuántos becarios hay: algo que ocurre, por desgracia, actualmente.
El problema de fondo: ¿las becas como derecho o premio?
La concepción del sistema de becas en España siempre ha sido la de convocar las mismas como un derecho de los alumnos para que aquellos que tengan rentas bajas puedan estudiar; es decir, que ningún alumno español se quede fuera del sistema por motivos económicos. Sin embargo, para evitar posibles fraudes se propusieron los requisitos académicos basados en la igualdad de oportunidades: simplemente se exigía un porcentaje de asignaturas o créditos aprobados, nada más, pues el aprobado en España para las enseñanzas oficiales sigue siendo un 5.
Con los requisitos académicos siendo equitativos, pues convergen con el aprobado general en toda España (nota de 5) las becas fueron durante muchos años un derecho adquirido para aquellos alumnos que debían aprobar "x" créditos o asignaturas, sin importar la nota que en ella se obtuviera. Esto permitía que, efectivamente, los alumnos con menos posibilidades económicas estudiaran.
Sin embargo la concepción fundamental de las becas como un derecho se vio truncada en 2013, con el cambio en la raíz de las becas: pasaron a ser un sistema de premios. Dicho por el propio Wert "las becas deben incentivar el esfuerzo", lo que se olvidó es que eso era a costa de que dejaran de ser un derecho pues ahora el alumno "rico" con un 5 sí puede estudiar mientras el alumno "pobre" con un 5 ya no puede pues la nota media subió de ese 5 a un 6,5 (6 en carreras técnicas).
Además, el hecho de dar un gran importe de la beca en la parte variable, la cuál depende de la nota y renta a partes iguales, hace que los alumnos aún compitan más por ese "premio" que es la beca cuando debería suponer un derecho, donde la tensión y estrés llega a ser incluso contraproducente ante una situación que ellos no han elegido (tener bajas rentas).
A nuestro juicio, el sistema de becas debería ser un derecho en su totalidad, sin premiar en absoluto al alumno, sino que asegure que,en función de sus condiciones económicas, pueda estudiar aquello que él prefiere. Los premios deberían ser otro sistema paralelo al de las becas que no influya en la cuantía de las mismas, justo al contrario de cómo está ahora.
Por lo tanto, los avances deberían volver a la raíz fundamental por la que se creó el sistema de becas, siendo un derecho que permita estudiar a todos los alumnos con bajas rentas sin tener que competir por ello, y establecer otro sistema de premios para los mejores alumnos españoles (con una nota mínima para acceder a él, etc.).
El sistema anterior (ver BOE 2012/2013) se sustentaba sobre la base de que a cada alumno se le daba una cantidad concreta de beca, que podía saber de ante mano, en función de su situación personal de renta y rendimiento académico sin que influyera ninguna otra variable. Esto daba un sistema de becas en el que el presupuesto final dependía de cuántos alumnos eran finalmente becarios.
El problema estaba en que el Mecd siempre promediaba a la baja el presupuesto creyendo una y otra vez que habría muchos menos alumnos de los que finalmente resultaban, con lo que si presupuestaban 1200 millones de €, estos se quedaban cortos y al final de curso se invertían 1400€ a 1600€ (durante los años 2010 a 2012).
Para evitar esto había dos opciones: o bien presupuestar más a principio de curso, o bien limitar el presupuesto. Se optó por la segunda opción y para que todo el dinero se repartiera entre los alumnos se inventó un sistema para que "compitieran" por él. Es la llamada cuantía variable que es la que se reparte después de repartir todas las partes fijas a todos los alumnos. Hablamos de ello justo cuando se anunció en agosto de 2013 aludiendo al motivo de fondo del cambio.
Según el dinero sobrante después de repartir las fijas, este se otorga entre los alumnos en función de renta y nota. Si por algún casual, aumentará demasiado el número de alumnos con derecho a variable, las becas quedarían muy reducidas sin poder hacer nada desde el Mecd.
Lo que no tiene sentido es que, sabiendo la necesidad de los alumnos en función de su situación y renta, se posponga el derecho a recibir esta subvención para estudiar al número final de alumnos becados, algo en lo que el alumno no puede participar, sino que es mero receptor de estas situaciones.
Por ello, este año ha bajado la beca variable nada menos que un 5% con respecto al año anterior, lo que puede suponer hasta 150€ para los alumnos con mayor nota y menor renta.
Ahora, una vez sufrimos estas consecuencias, es cuando nos damos cuenta de la ineficiencia de este sistema pues no cubre las necesidades reales de los alumnos (sin tener en cuenta que las becas máximas también han bajado). Además, el Mecd se jacta de decir en notas de prensa que son los presupuestos más grandes de siempre, algo que no debería decir pues lo que realmente importa es cuánto dinero se invierte finalmente cada año en las becas. Sin embargo al ser un presupuesto cerrado el que se reparte ahora, frente al ilimitado del sistema anterior, los presupuesto finales actuales son los más bajos de los últimos 6 años.
Por ello, es de esperar que en el futuro todos los partidos distintos al actual ya hayan anunciado la vuelta al sistema antiguo, donde solo se otorgaban cuantías fijas, puesto que este sí tiene en cuenta desde el principio qué necesita cada alumno para costearse debidamente el curso académico, y que esto no dependa de cuánto dinero reciben el resto de alumnos y, sobre todo, cuántos becarios hay: algo que ocurre, por desgracia, actualmente.
El problema de fondo: ¿las becas como derecho o premio?
La concepción del sistema de becas en España siempre ha sido la de convocar las mismas como un derecho de los alumnos para que aquellos que tengan rentas bajas puedan estudiar; es decir, que ningún alumno español se quede fuera del sistema por motivos económicos. Sin embargo, para evitar posibles fraudes se propusieron los requisitos académicos basados en la igualdad de oportunidades: simplemente se exigía un porcentaje de asignaturas o créditos aprobados, nada más, pues el aprobado en España para las enseñanzas oficiales sigue siendo un 5.
Con los requisitos académicos siendo equitativos, pues convergen con el aprobado general en toda España (nota de 5) las becas fueron durante muchos años un derecho adquirido para aquellos alumnos que debían aprobar "x" créditos o asignaturas, sin importar la nota que en ella se obtuviera. Esto permitía que, efectivamente, los alumnos con menos posibilidades económicas estudiaran.
Sin embargo la concepción fundamental de las becas como un derecho se vio truncada en 2013, con el cambio en la raíz de las becas: pasaron a ser un sistema de premios. Dicho por el propio Wert "las becas deben incentivar el esfuerzo", lo que se olvidó es que eso era a costa de que dejaran de ser un derecho pues ahora el alumno "rico" con un 5 sí puede estudiar mientras el alumno "pobre" con un 5 ya no puede pues la nota media subió de ese 5 a un 6,5 (6 en carreras técnicas).

A nuestro juicio, el sistema de becas debería ser un derecho en su totalidad, sin premiar en absoluto al alumno, sino que asegure que,en función de sus condiciones económicas, pueda estudiar aquello que él prefiere. Los premios deberían ser otro sistema paralelo al de las becas que no influya en la cuantía de las mismas, justo al contrario de cómo está ahora.
Por lo tanto, los avances deberían volver a la raíz fundamental por la que se creó el sistema de becas, siendo un derecho que permita estudiar a todos los alumnos con bajas rentas sin tener que competir por ello, y establecer otro sistema de premios para los mejores alumnos españoles (con una nota mínima para acceder a él, etc.).